No hay nada urgente, nada necesario.
Sólo necesidad de desbocarse, rasgar la tira de algodón por los extremos.
Y ver que es bueno eso,
que apetece
destrozar los brocados de la infancia.
Y ver que,en realidad y a fin de cuentas,
nada de nada importa demasiado.
Mientras tanto des-bordo, de modo ocasional, los desencuentros
encarnándome tsunami
legión de insectos
crisis
pesadilla
en la que me extravió yo y me pierde el sueño
mientras tus dedos crecen ebrios en la herida.
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