martes, 15 de junio de 2010

(ESC)

Lo que no puede ser, no puede ser y si hubiese la más nimia posibilidad de que aconteciese, alguna conjunción astral se encargaría de joderlo todo.

Con este pensamiento tan próximo a la esencia de mi filosofía miro las manos del empleado del taller mientras bucean en un paño que alguna vez sirvió de prenda a alguien, tratando de ser invadida por el espíritu tántrico...no hay dolor, no hay dolor....El mecánico me interpela...le leo los labios y hago un mohín...¿tú no quieres exorcizarme, verdad? -esgrimo a nivel metafísico-...he resbalado en dunas más altas que tú, chaval. Sacudo la cabeza porque hace un rato ya que no tengo claro lo que estoy pensando.

De algún modo, desde temprana edad he sido incapaz de mantener la mente ociosa incluso en las situaciones que más atención me requieren, situación que vengo comprobando no mejora con el paso del tiempo, de modo que la que debería ser un todo con su propietaria se independiza de mil maneras, a cuál más creativa.

Mientras me perdía con aparente interés en las aclaraciones del mecánico, mi cabeza, ajena a todo, perpetraba un mantra acorde a la ocasión..."llevo un escapulario, rosario, en prueba de tu virtud...llevo un escapulario, rosario, no me lo entregaste tú?"

El coche pierde aceite, me dice este hombre de modales rituales y yo que he visto a mi socio desangrarse como un cerdo acuchillado asiento con la más breve de mis sonrisas, con el más benévolo de mis gestos. Lo sé, respondo. Yo no sé decirle para cuando estará, apostrofa. No tengo prisa, le informo yo y doy un paso hacia el exterior del taller algo más ligera-la mañana, en cualquier caso, acaba de frenar en seco delante de mí,
más libre y en breve-presupongo-bastante más pobre. (continuará)

1 comentario:

  1. En momentos así ya me gustaría a mí disponer de tu imaginación y tu sorprendente capacidad de abstracción creativa.
    Suerte con ese arreglo.

    Besos.

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