Cada rato chiquito choca un ángel contra el quinto izquierda gris de mi edificio y se apresura a recoger las plumas esparcidas en un cesto destinado a tal efecto.Me simpatiza por su torpeza, por sus ojos verdes, su tenaz empeño en remontar el vuelo.
Tomo un café mientras lo observo.
Como de pasada pienso "cuánto me gustan los ángeles caídos..".
Y que poco tramo nos separa del infierno.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Me gusta.
ResponderEliminarDelirio de las dos de la tarde al finalizar la jornada laboral. Te pega, Lestat. Besos
ResponderEliminar