Caminas quedamente sobre el filo,
quiebras la sombra atenta de la Dama,
hipnosis y sopor,
muerta conciencia,
esparcen tus abrazos por la estancia,
por la pared hastiada de amuletos.
Bebiste en vano de su sangre,
ahora,
paga la deuda de la ofrenda expuesta
o sacrifica el año de ventaja ,
atesorado en los cadáveres arcones de tus huesos.
Sobre el suelo la mortaja tibia:
el lienzo enmohecido de tu alma.
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Chiquilla, te has especializado en relatos espeluznantes. El caso es que te salen de cine, así que por mi parte sigue que me gustan
ResponderEliminarGracias, Jose María. Me temo que más que una especialización es una naturaleza. Besotes.
ResponderEliminarEste pedazo de poema ya lo hubiese querido Oscar Wilde para encabezar su famoso libro. Pero se quedó con las ganas y ahora lo disfrutamos nosotros gracias a ti.
ResponderEliminarun beso.
¡Eres prolífica! Eso es evidente, pero no significativo, ni tan siquiera es laudable.
ResponderEliminar¡Transmites a través de tus composiciones! Esto sí es plausible y significativo.
Dorian y yo nos conocemos muy bien, al leer tu texto lo he reconocido; miserable y amargo, vanidoso y cruel, pasional y eterno... Destructivo, hasta incluso autodestructivo.
tu no bebistes en vano de su sangre...tu la atesorastes en estos versos. Fita
ResponderEliminarGracias a todos.
ResponderEliminarGracias, Lestat, por hacerte un hueco aquí. Veo que conoces la materia de que está hecho Dorian, un poco la materia de ambos, un poco la de todos.
Ponte cómodo, sabes que estás en casa.
Besos