Hoy, domingo, presintiendo levante, me vuelvo loca, alérgica, descompensada, extraña. Siento el estómago acariciado por dedos húmedos. Expansiva, contraída, desigual, extrovertida pero a cucharadas. Contenida, medida, pero a mi pesar. Desubicada pero girando a la búsqueda del hueco oportuno. Difundida y esparcida. Un animal errático atento a las erratas. Interrogante paraguas colgado de un perchero. Sponsor de accidentes varios.
Si aún crees que la vida es otra cosa, lávate los dientes con arsénico y luego sonríe.
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Pues nada, me los lavaré, porque yo creo que sí, que es otra cosa, lo que pasa es que el levante tiene mucho poderío
ResponderEliminarPues ya ves tú si este efecto hace en los que sabemos dónde tenemos el dedo gordo del pie... imagínate en los niños que traducen su turbación y desasosiego en maravillosos cantes por soleares y pataleos varios. Comprobado. ¡Este levante niño mimado de mi Cádiz!
ResponderEliminarEl levante trae estas cosas, pero no hay que olvidar que la vida es diferente a cada instante, mejor no pensar en ello, sólo vivir lo que venga sin más.
ResponderEliminarUn beso.
Sé que cambia, Pedro, pero me rebelo más de la cuenta. Aprender a fluir, asignatura pendiente.Besos.
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